martes, 2 de abril de 2013

Fray Antón de Villacastín

Fray Antonio de Villacastín (Villacastín, Segovia, 1512-El Escorial, 1603), fue un maestro asentador de ladrillos, fraile jerónimo y Obrero Principal durante toda la obra de construcción del Monasterio de San Lorenzo El Real de El Escorial. Podemos encontrar notas en su biografía que lo califican como aparejador, y no están exentas de razón, aunque, en su momento, su figura no se titulaba exactamente así. Podemos decir que fue una persona ejemplar, en su profesionalidad, en su dedicación al trabajo, en su discreción, en su talento y en su sabiduría.
Su personalidad, y la ejemplaridad de su vida y del desarrollo del trabajo de constructor son algunas de las claves para entender la construcción del edificio más importante de España.
Fray Antonio de Villacastín nació en la el pueblo segoviano del que, conforme al estilo de la Orden de San Jerónimo, tomo el nombre, allá por el año de 1512, según sabemos, de padres honrados, ni pobre, ni ricos. Quedó, sin embargo huérfano de niño, junto a una hermana menor y un hermano bastardo, quedando los tres al cargo de un tío suyo, de quien aprendió a las primeras letras. Pero después de tres o cuatro años viviendo en casa de este pariente, se sentía mayor tanto como para intentar vivir por su cuenta por un lado y para darse cuenta de que de su tío ya no podía aprender nada más, ni siquiera un oficio. Lo hizo de la siguiente manera: un día que su tío lo había enviado con un real y un jarro para que comprase vino, tras haber hecho el recado y de regreso se encontró con su hermanita y le dijo:

Toma este jarro y estos menudos y llévalos a casa, porque yo me parto a otro mandado.
 

Villacastín, mostrando unas trazas a Felipe II


Y así  partió de Villacastín, para no volver más,  y en el camino que emprendió hasta su próxima residencia le pasaron algunos hechos, de los pocos que sabemos de su vida, que os voy a contar aquí.
Anduvo adelante, y en su camino, pasando por el campo de Azálvaro, —un pintoresco paraje en las estribaciones de la sierra de Guadarrama, entre las provincias de Avila, Segovia y Madrid—, encontró a un arriero que daba descanso a unas bestias, al que ayudó a sujetar los animales, y éste le pagó con pan y bebida. En Navalperal, se encontró en un mesón con el lacayo de un caballero que iba de camino a Toledo a llevar unas cartas, dióle éste de cenar aquella noche, y a la mañana siguiente se partieron juntos, y caminaron de manera que aquella misma noche aunque tarde llegaron a Toledo.

Yo he intentado averiguar si esto es posible, y de Navalperal de Pinares, provincia de Ávila, que entiendo que es el lugar al que se refiere fray José, a Toledo hay más de cien kilómetros, por las carreteras actuales, pasando por Cebreros, Puente Nuevo y Rielves, distancia que bien se puede cubrir en una jornada por una persona joven —Antón debía de tener en aquellas fecha alrededor de dieciéis años— aunque esto supone andar desde el alba hasta bien entrada la noche, y a buen paso. Personalmente, después de haber sido muy aficionado al montañismo y a lo que hoy día se conoce como orientación o senderismo, y de haber realizado caminatas de cincuenta kilómetros en un día y más, con descansos por supuesto, pienso que esto aunque difícil, no es imposible, por tanto demos por cierto este hecho, y sigamos con lo que conocemos de la adolescencia de Antón, y de su llegada a Toledo esa noche, como digo, ya muy entrada.
Tan cansado debía de estar de esta gran caminata Antón y su acompañante, que se echaron a dormir bajo una mesas —unos puestos— de aquellas vendedoras de Zocodover, la plaza toledana cuyo nombre en árabe significa mercado de las bestias, y en la que se celebraba una feria semanal por privilegio de Enrique IV desde el año 1465, conocida como el martes, y en dónde a la mañana siguiente, aun se les podía ver durmiendo, al menos a Antón, a quien un buen hombre le despertó preguntando si no tenia casa ni oficio. Aquél hombre, del que no tenemos noticia de su nombre, era un maestro albañil, quien lo tomó a su cargo y le enseño, no sólo el oficio de asentar ladrillo y azulejos, que a lo que parece era el suyo, sino muchos más secretos del arte de la construcción.
Los años siguientes vivió en casa de aquel hombre, que fue para Antón además de un maestro un padre, pues vivía en su casa como uno más de sus hijos. Antón trabajaba los días de labor y los días de fiesta no salía, quedando siempre recogido en casa, estudiando los papeles de las trazas de su maestro, trazas de lazos y compartimentos de los que se usaban en el enladrillado y azulejos de aquél tiempo. Nunca pues Antón supo lo que era jugar, ni lo que eran otras travesuras ni liviandades ni aun suciedades de mozos en aquél tiempo, que a la postre le sería tan provechoso. Antón se contentaba con tener dónde vivir, qué comer y qué vestir, además de aprender aquellas artes de constructor que tanto le interesaban.
Murió su maestro, y se fue a vivir con uno de sus hijos, al cual tenía mas apego, que se había casado y establecido, y aun siendo conocedor del oficio y muy largo oficial, aceptó vivir y trabajar con él en las mismas condiciones que con su padre, por el techo y la comida.
Sin embargo, —no sabemos cuánto tiempo vivió en esta casa, aunque yo presumo que no mucho— decidió tomar estado, y no teniendo ningún interés en tomar el de casado, se inclinó por la religión, y pedir que le admitieran en algún convento para servir a Dios como mejor le mandasen.
Tenía entonces Antón unos 28 años, y como conocía algunos monasterios de haber trabajado en ellos como oficial, decidió preguntar si podrían admitirle. En primer lugar se dirigió a San Francisco, en donde le dijeron que tenían ya muchos frailes. Luego fue a la casa de la Sisla, y allí, un fraile que le conocía, dijo que le recibirían bien. Se fue entonces Antón en busca de su hermano a quien no quiso decir la verdad de sus intenciones, ya que le dijo que había recibido un escrito que le reclamaba en su tierra, y le pidió dinero para regresar. Antón no quería presentarse en el monasterio desnudo y sin blanca. Aquel hombre, que había enviudado recientemente, no disponía de dinero ya así se lo dijo, ya que todo se le había ido en el entierro y otros embarazos, pero le ofreció las joyas de su viuda para que las empeñaran, a lo que Antón respondió:
 
Nunca Dios quiera que yo haga eso; tantos años ha que estamos en compañía y nunca os he sido molesto, y ahora habíais de empeñar las joyas que tanto queréis; dadme lo que tengáis en la bolsa, que eso bastará para mi jornada.
 
Tomó Antón el dinero de la bolsa y lo partió tomando la mitad para sí y dejando a su buen compañero la otra mitad, diciendo: esto me basta.
Diéronle el hábito en el monasterio de la Sisla no para hermano lego, sino para corista, cargo que eligió el propio Antón porque decía que si acaso algún Prior no le ocupase en ningún oficio, pudiese servir de algo estando cantando en el coro. De esta forma Antón aborrecia la ociosidad. Así entró fray Antonio de Villacastín en la Orden de San Jerónimo, en el año de 1539, cerca de la fiesta de Nuestra Señora de marzo, que es la Anunciación, siendo General de la Orden el Padre fray Pedro de la Vega. Ese mismo año, y a los escasos dos meses murió Isabel de Portugal, el 1º de mayo, y el emperador Carlos V, se retiró apenado al Monasterio de la Sisla durante unos días, aunque siendo apenas un novicio y conociendo su modestia y timidez, dudo mucho que nuestro fray Antonio tuviese algún contacto con el César.
La conducta de Fray Antonio estuvo siempre marcada por la modestia, la sobriedad la prudencia y la obediencia. Nunca comía ni bebía fuera de las horas de la Comunidad, siempre era puntual en el refectorio, al que si alguna vez iba tarde, por sus múltiples ocupaciones ya que siguió ejerciendo su oficio de constructor, se iba a comer a la enfermería adonde pedía unos huevos, pero si veía que esto podía molestar al enfermero se iba a su celda sin cenar, y esta actitud la mantuvo durante toda su vida, aun siendo cuando ostentaba el cargo tan importante que después tuvo. Todos los días de su vida acudió a misa del alba, más los días de fiesta en los que ayudaba a varias misas, tras las cuales se iba al coro.

Durante el tiempo que profesó en la Sisla hizo muchas obras en el propio monasterio, así como en el monasterio de monjas de San Pablo. Fray José recalca en este punto de una manera que nos obliga a leer entre líneas —aunque no tanto— que fray Antonio no tuvo que ver con ninguna monja o novicia, cosa de mucho mérito y valor, por lo que deduzco que la de fray Antonio no era una conducta habitual por aquél entonces. No sé si la castidad ha sido una virtud necesaria, pero desde luego nunca ha sido bien entendida. Trabajo además de cómo albañil, como hornero y como portero, y antes de ir al Escorial, vivió durante algun tiempo en el monasterio de la Luz. Como predestinado a estar cerca de los reyes, recibió también el encargo de trabajar en los aposentos y celda de Carlos V en Yuste.
Pero el periodo que marcó su vida y su fama fue el que pasó al cargo de las obras de El Escorial, el monumento que el hombre más poderoso de la Tierra quiso hacer a semejanza del Templo de Salomón, y que con trazas del propio Rey y Juan Bautista de Toledo —Juan de Herrera sucedió a Toledo en 1567 tras su muerte— se construyó en las faldas del monte Abantos, en la sierra de Guadarrama, entre los años 1563 y 1584, para conmemorar la victoria sobre el rey francés Enrique II en San Quintín el día de San Lorenzo de 1557. El Monasterio de El Escorial es un conjunto edificatorio compuesto de palacio, monasterio, basílica, museo y biblioteca, que es quizás el mejor exponente de la arquitectura civil española, declarado por la UNESCO Patrimonio de la Hunamidad el 2 de noviembre de 1984, y del que Miguel de Unamuno dijó el día que lo visitó por primera vez: “es un lugar que no debería haber español alguno españolizante esto es, dotado de conciencia histórica de su españolidad que no lo visitase alguna vez en la vida, como los piadosos musulmanes La Meca”.
En 1562 su fama de buen constructor había llegado hasta la corte de Felipe II, y teniendo en cuenta la importancia que el Monarca dio al la construcción del Monasterio, se hizo llegar al convento de Fray Antonio una Real Orden, para que se incorporase a las obras en calidad de Obrero Mayor —un cargo que suponía que por encima de él sólo tendría al Arquitecto o Maestro Mayor, y a su cargo a los aparejadores de los distintos oficios y el resto del personal obrero, es decir, lo que actualmente podríamos asimilar a Jefe de Obra—. No hubo duda en el convento tanto de lo apropiado del nombarmiento como de lo que debía hacer Fray Antonio, que se incorporó a la fábrica en julio de ese mismo año. Las obras dieron comienzo oficialmente en abril de 1563.
A partir de su incorporación a la Real Obra, su vida se liga al Monasterio hasta su muerte. Dirigió las obras durante los veintiún años que estas duraron, trabajando bajo las ordenes de Juan Bautista de Toledo y de Juan de Herrera, los dos arquitectos del Monasterio quienes pusieron en él toda su confianza, reconociendo siempre su importante labor. Asimismo el Rey tenía en él toda su confianza, de forma que muchas veces llegó a decir que no se hiciese nada sin que Fray Antonio lo supervisase, el, sin embargo nunca alardeó de ello, se dedicó a su trabajo siempre con humildad y nunca busco los favores del Rey. Tanto los dos arquitectos y maestros mayores de la obra, como todos los aparejadores que sirvieron a sus órdenes, —y que fueron entre otros Lucas Escalante, Juan de Minjares, Diego de Alcántara, Francisco de Mora o Pedro de Tolosa— lo tuvieron en gran consideración y respeto. Como ejemplo baste la mencionar la relación del Rey que llegó a decir que quería que el propio Herrera comunicase con Fray Antonio siempre sus decisiones.
Afortunadamente conocemos mas detalles de esta etapa de la vida de Fray Antonio de Villacastín, ejemplo a seguir por los constructores actuales  y futuros, en su entereza, su sencillez, en su talento  y en su aplicación en el trabajo, hasta casi el final de su vida. Sin embargo, de todas las anécdotas, mi preferida y la que creo que resume el carácter de este segoviano ilustre, es la que tuvo lugar el día del comienzo oficial de las obras del Monasterio, cuando el 23 de abril de 1563, tenía lugar la ceremonia de la colocación de la primera piedra del edificio y que estaba preparada con estas inscripciones: DEVS O.M. OPERI ASPICIAT (en su cara superior), FILIPVS II. HISPANIARUM REX, A FUNDAMENTUS EREXIT M.D.LXIII. (en una de sus caras) y IOAM. BAPTISTA ARCHITECTVS IX.KAL.MAII. (en la otra). Habiendo una gran presencia de personalidades y frailes, cuando el Vicario y el Arquitecto Juan Bautista de Toledo mandaron llamar a Fray Antonio, para que estuviera presente en el acto, el respondió, según nos cuenta Fray José de Sigüenza, con entereza, pronunciando una frase a la que no cabe añadir más comentario:
 
 —Asienten ellos la primera piedra, que yo para la postrera me guardo.

Cierta vez que las obras iban lentas, mandó preguntar a Fray Antonio la solución, a lo que este respondió, refiriéndose al necesario aumento de los recursos humanos, que el monarca atendión:
 
¡Su majestad quiere ver hecha pronto la iglesia, traiga muchos cabos!
 
En cierta ocasión Felipe II, mudando de pensamiento, determinó doblar el número de religiosos, como quiera que los cimientos estaban llegando ya a la altura de la planta baja, el tema fue un grave apuro, y ocasionó múltiples propuestas y proyectos, así como diversos conflictos de opiniones y pareceres, hasta que fue consultado Fray Antonio:
 
Sin mudar planta del edificio, se levantare otro tanto más, pues los cimientos que estaban sacados lo sufrían, y, doblándolo todo habría para cien religiosos donde no cabían sino cincuenta. Correría la cornisa de toda la casa alrededor de un nivel; vendrían todas las aguas y tejados iguales; las fachadas serían más hermosas, y todo el edificio cobraría doblada majestad y grandeza.
 
Toda una lección de arquitectura que satisfizo a todos, incluso el propio Juan Bautista de Toledo, que aún era el arquitecto de la obra, no objetó nada. En otra ocasión Preguntó un día el Rey a su arquitecto Juan de Herrera que le parecía que le costaría una cierta fábrica, quien echando un juicio, como dicen, a montón, respondió:
 
millón y medio.
 
Y aun pensó que decía poco. Como quiera que le pareciera una suma muy alta mandó consultar a Fray Antonio, de lo que nos cuenta su amigo y biógrafo Fray José de Sigüenza:

Mirando atentamente los diez estajos y partidas, considerando la cantidad y las piezas, por la experiencia grande que tenía de atrás y conocer la piedra y entender la labor, halló que no llegaba a la suma de seiscientos mil ducados; pareciole poca esta suma, imaginó que se engañaba en el tanteo, porque lo hacía sin pluma, con sólo el discurso de su cabeza, estando en la cama enfermo (que tan capaz la tiene para esto y para más); tornó poco a poco a dar vuelta por todo, y aunque  le parecía que   en algunos particulares se alargaba, no pudo pasarlo de seiscientos mil ducados; quedó tan  cierto de su resolución y de su juicio, que no dudó de certificádselo al Rey, que le dio mucho contento, no porque en el ánimo real había alguna escasez o porque le espantara la costa, sino por la inmurmuración  de su reino, que tan indiscretamente hablaba de esta fábrica; de lo uno y de lo otro diremos en otra parte más largo.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
San Lorenzo de El Escorial.
 
En toda la biografía de fray Antonio sólo encontramos momentos de trabajo, recogimiento, cordura y sabiduría, y por esto tanto sorprendió a todos la siguiente ocurrencia del fraile, para festejar y realzar la fiesta con la que dio comienzo la construcción de la iglesia. Cuando se habían de poner las  primeras piedras, de dónde nacerían las columnas, paredes y pilastras, fray Antonio había de secreto preparado algo que nadie olvidaría. Todos los trabajadores de la fábrica (estajeros, maestros, sobrestantes, peones, etc.) que rondaban el millar, hicieron un hermoso alarde y zuiza, pues todos con disfraces aparecieron en el tajo en majestuosa procesión o desfile, parecía un extraño ejército que hubiese cambiado las picas, lanzas y arcabuces por picos, escodas y batideras. Carrozas tiradas por bueyes, y la que transportaba la piedra principal especialmente aderezada con flores y hiedra. En un carro una figura humana representaba a San Pedro, con una gran llave en la mano, en otro San Lorenzo, en un tercer carro cuatro figuras que representaban las cuatro virtudes cardinales que representaban al Fundador: prudente, templado, fuerte y justo, siendo la virtud que encabezaba el grupo la justicia, con una espada desnuda en la mano. En otro carro tres mujeres representaban a las tres Marías, y que fray Antonio explicó que representaban a las mujeres que iban a buscar a Nuestro Señor en el Sepulcro, como las almas pías que habrían de buscar en el templo que se iba a construir a Nuestro Señor. Toda la comitiva cantaba loores a la Virgen y a Nuestro Señor, en coplas armonizadas  —fray Antonio era corista—. Tras asentar las primeras piedras entre tal fiesta, se hicieron danzas, no obstante estas se asentaron correctamente, con sus líneas y niveles. Para fin de fiesta se reservó un bravo novillo, que a los más valientes les hizo medir el suelo entre la algarabía de todos, aunque nadie salió mal herido. Esto fue el día de Santo Tomás de Aquino del año 1575, y a todos les divirtió y pareció bien, aunque les causara sorpresa que un religioso tan santo y tan poco amigo de las invenciones hiciera aquella. Al poco de esta fiesta —quizás enterado de ella y pensando encontrar otra, aunque eso no es lo que nos dice la historia— visitó El Escorial Don Juan de Austria.
En cualquier caso, el trabajo de fray Antonio de Villacastín en El Escorial, fue tan importante como el que más, no se entiende sin el genio de Juan de Herrera, pero tampoco sin el trabajo del fraile:

Fue el consejo de fray Antonio tan acertado y la traza de Juan de Herrera tan buena, que dentro de un año subió por igual la fábrica de la iglesia en el contorno de treinta pies en alto, que es al suelo del coro y claustro alto.
  
Es decir, que aunque sirva en el lenguaje común la comparación de El Escorial con una obra interminable, en algunos casos se lograban progresos importantes. Uno de ellos es el que la piedra se labrase en la cantera y no en el tajo, mérito e invención de Juan de Herrera, al que —todo hay que decirlo— fray Antonio se opuso de entrada, por no se hombre que gustase de experimentos, el arquitecto sí, y de muchos tipos. Sin embargo su organización en la obra era admirable: 

...en asentándose las jambas, ya tenía prevenidas las rejas o el parapeto; en llegando la froga y la pared a su altura, ya estaba la madera labrada. 

Fray Antonio tenía en la obra algo que podría compararse con la actual caseta del Jefe de Obra, que el llamaba la celdilla de la obra. Los miles de obreros, arquitectos, aparejadores y trabajadores de todo tipo que hicieron posible El Escorial, siempre le tuvieron en gran estima, de forma que no sólo resolvía los problemas propios de la obra, ya que todo el tiempo recibía en su celdilla consultas sobre trazas o aparejos, sino que también resolvía pleitos y asuntos, siendo su sabio juicio aceptado siempre por todos. Nunca tuvo palabras con nadie ni nadie las tuvo con él.
En cuanto a su relación con el Felipe II, al ser obrero principal de la obra que era la debilidad del monarca, podría pensarse que esto se suponía privilegios, como quiera que el nunca los buscó nunca los tuvo, incluso teniendo en cuenta que intentaron hacerle llegar regalos a sabiendas que su opinión contaba mucho para el Rey, pero el siempre los rechazó displicentemente.
Felipe II no sólo sabía de la sabiduría de fray Antonio en el campo de la arquitectura, desde el punto de vista constructivo, sabía que era de fiar incluso en sus juicios que podríamos llamar de peritaje, como en el caso en el año de 1577, estando el Rey en el monasterio, una rayo incendió una de las torres y todos temían que pudiese caer en algún sitio que hiciese más daño, fray Antonio vaticino, analizando la estructura y los elementos que soportaba aquel chapitel dijo que todo caería hacia el jardín, haciendo poco o ningún daño, pudieron tanto sus razones para el Felipe II, que ordenó que lo dejarán así. Por supuesto la estructura cayó en el jardín.
Como todos los que hemos pasado nuestra vida entre cascotes y andamios, fray Antonio tuvo algún accidente, alguna vez cayó de un andamio, otra vez un ladrilló le cayó en plena cabeza, pero el hecho que más avivó la creencia de hombre predestinado por Dios fue el que pasó cierta vez que estando la basílica aún en obras aunque ya abierta al culto, una anciana mujer que se dirigía a rezar tenía que pasar por el mismo sitio que fray Antonio, como quiera que el paso era muy estrecho y el paso de la mujer harto lento, dejó atrás los protocolos y pasó antes que ella, cuando ella pasó una viga se desplomó segando la vida de la mujer. Esta terrible casualidad fue toma da por todos como una señal del destino de fray Antonio. En incluso, siendo hombre religioso y creyente, nunca alentaba estas cosas. En una ocasión, siendo ya anciano, tenía una herida gangrenosa que no curaba en un brazo por debajo del codo, de forma que todos pensaban que el brazo lo iba a perder, puesto que la herida suponía un cáncer incurable. Una noche, fray Antonio sintió que alguien en la soledad de su celda tocaba su brazo, que al día siguiente, se presentaba totalmente curado. Fray Antonio contó esto a su amigo y biógrafo fray José de Sigüenza, diciéndolo que el pensaba que la visita era del propio San Lorenzo, y le pidió que le guardara el secreto, lo hizo, pero no pudo por menos de escribirlo en su libro La Fundación del Monasterio de El Escorial, del que ha sido sacado la mayor parte de los datos que contiene esta somera biografía.
Fray Antonio de Villacastín ejerció su trabajo de constructor, su ejemplar dedicación al estudio y a la vida monástica hasta el 3 de marzo de 1603, cuando, nonagenario, en la soledad de su celda, con cataratas que casi le cegaban, le llegó la muerte.
 
 
 
   
 

jueves, 21 de marzo de 2013

Los fantasmas del Cine Góngora

Cuando se pasea por la calle Jesús María de Córdoba no es difícil encontrar a algunos viandantes mirando con extrañeza, incluso con perplejidad, la fachada del Cine Góngora, hoy rebautizado como Teatro Góngora, no acertando a comprender si su aspecto de obra a medio terminar es debido al deterioro o a la desidia. No pretendo saber la respuesta, sin embargo sí creo que es bueno llamar la atención sobre estos pequeños detalles de nuestro patrimonio.
 


El Cine Góngora, antes de la restauración (Foto IAPH).
   
El Cine Góngora, es uno de los ejemplos de la arquitectura racionalista más singulares que tenemos en nuestra ciudad, y la única muestra del arquitecto madrileño Luis Gutiérrez Soto (1900-1977), principal introductor de este estilo arquitectónico en su juventud, y quien es conocido en algunas biografías precisamente con el arquitecto de los cines, por los numerosos proyectos de cines que firmó en Madrid y en otras ciudades españolas, a partir de los años veinte.

Gutiérrez Soto, además de aviador y jugador de fútbol (jugó en el Real Madrid y era conocido como Pichichi) fue uno de los arquitectos más prolíficos de nuestra historia, comenzando la misma con un personal estilo art decó, reflejado desde sus comienzos en su obra más temprana, y que perteneció a la Generación del 25, habiendo sido compañero de nombres tan relevantes en la arquitectura española como García Mercadal o Fernández Shaw, además de uno de los referentes del Movimiento Moderno. Arquitecto brillante como demuestra el Famoso Museo de Mayoristas de Málaga (1942) hoy Centro de Arte Contemporáneo, resultado de un concurso convocado por el Ayuntamiento de esta ciudad andaluza, supo hacer carrera en el tiempo en el que vivió y trabajó.


El mítico edificio del Cine Barceló, transformado en 1980 en Discoteca Pachá.

Tras la guerra civil se posicionó del lado de los vencedores, con lo que contribuyó a la reconstrucción de la capital, vinculándose con el poder, construyendo algunas obras significativa del régimen, como el Ministerio del Aire (1957). Además, fue el arquitecto de la alta burguesía, construyendo para Juan March su palacio en Palma de Mallorca (1947), y también de las inmobiliarias construyendo edificios de viviendas como el de la calle José Abascal-plaza de Gregorio Marañón (1944) o el de calle Padilla, 32 (1946), siendo capaz de de adaptarse al gusto del cliente, a la flexibilidad de estilos y a la eficacia de sus proyectos, apartando la idea no obstante de una pretendida arquitectura nacional.


El Mercado de Mayoristas de Málaga, un proyecto de 1929 de Luis Gutierrez Soto en conjunto con el arquitecto malagueño Juan Jáuregui Briales, que se presentó al concurso que había convocado el Ayuntamiento bajo el título de "Aviación" y que se construyó en 1942. Hoy día es la sede del Centro de Arte CAC Málaga de acuerdo con una remodelación de Miguel Ángel Díaz finalizada 2003.

El proyecto del Cine Góngora data de 1929, y es de los primeros cines de su carrera, tras el Cine Callao (1927), el Cine Flor (1928), Cine Europa (1928) o el mítico Cine Barceló (1931), finalizando las obras en 1932, antes del ensanche de la calle Jesús María, realizado por Félix Hernández, y que en esa época apenas contaba con dos metros de anchura. El promotor fue la empresa Sociedad Anónima General de Espectáculos, SAGE, que era, a la sazón, el mayor empresario cinematrográfico de España, y que como se puede ver, apostaba por la inversión, cuando el empresariado Español no lo hacía, disconforme con el sistema político de la época.

El edificio en el que se construye el Cine procede del solar en el que estaba precisamente el convento que da nombre a la calle, y que de convento, había pasado a ser teatro. Consta de tres plantas, proporcionando su fachada compuesta en un cierto estilo regionalista, una clara lectura de su interior, aunque su estilo modernista contraste con aquélla. En planta baja, el acceso hace a través de un pórtico de tres arcos de medio punto sobre columnas y que da paso al foyer y a la sala principal estructurada en dos niveles, el patio de butacas o platea y el anfiteatro y palcos, y a los dos núcleos de escalera y rápidos ascensores, que comunican con el resto de plantas. En segunda planta están los palcos y el anfiteatro así como el ambigú. En la tercera planta se sitúa la cabina de proyección y las dependencias auxiliares, y en la terraza el cine de verano. En ambos lados se pueden ver las ventanas y los torreones que corresponden a las escaleras que comunican las cuatro plantas del cine. La zona que corresponde a la tramoya escenario, sube hasta la terraza y se oculta tras la pantalla del cine de verano.



La sala del Cine Góngora, dividida en la platea y el anfiteatro.


La planta principal, vestítublo y ambigú.


El cine se estrenó con la proyección de la película El Expreso de Shanghai (von Stemberg, 1932) el sábado 24 de septiembre de 1932.


 Anuncio de la inauguración, a tres columnas en el Diario de Córdoba, el 24 de septiembre de 1932.

Podríamos decir que ese momento probablemente era una de las más modernas y lujosas salas de cine de toda España. Un ejemplo podrían ser las reseñas de la prensa de la época: El local que se inauguró anoche es una maravilla sencillamente. Cómodo, elegante, con una sobriedad de decorado, que presta encanto irremediable al salón. Las butacas, tanto de patio como de entresuelo, amplias y mullidas, el salón de te, las galerías para descanso, sala de fumar, todo perfectamente distribuido, fácilmente asequible, procurando siempre la mayor comodidad (La Voz, diario gráfico de información, 25 de septiembre de 1932).


El Cine Góngora, fue llamado durante muchos años Teatro Góngora de forma popular por los cordobeses, siendo en los años 80 la única sala en la que se podían dar funciones de teatro de la ciudad, habida cuenta de que el Gran Teatro estaba cerrado por aquel entonces. Sin embargo, como la mayor parte de salas de cine de la ciudad, y del país, sufrió el declive que supuso por un lado la política de proyectar únicamente estrenos y por otro el surgimiento de las salas multi-cines, lo que la condujo a un estado de abandono tal que en 1997 la GMU ordenó su cierre. 
 


Terraza de cine de verano desde la que se podían ver los luminosos de las plaza de las Tendillas.



En 2004 el Ayuntamiento la adquirió para su remodelación, que llevó a cabo son la aportación económica de unos conocidos grandes almacenes a cambio de la posibilidad de ampliar uno de sus locales, y que finalizó en 2011, cerrando el cine de verano de la terraza para convertirla en una sala para 350 espectadores en la planta alta, manteniendo el aforo de 700 personas en la sala principal, o de representaciones. Otro de los cambios significativos, es que la denominación pasó a ser tras estas obras, y esta vez de forma oficial, la de Teatro Góngora, bendiciendo así el nombre popular, aunque traicionando si se me permite decirlo, la historia.

He encontrado en la ficha del edificio del IAPH un curioso dato, y es que el Cine Góngora se denominó en sus orígenes Cine Pathé, haciendo referencia, sin duda, a la pertenencia a la Compagnie Générale des Établissements Pathé Frères Phonographes & Cinématographes perteneciente a los hemanos franceses Charles, Émilie, Théophile y Jacques Pathé, procedente en origen de la empresa  Société Pathé Frères (Compañía Hermanos Pathé), y que tras adquirir en el año 1902, las patentes de los Hermanos Lumière se convirtió, durante los primeros años del siglo XX, en la productora más grande de cine en el mundo, así como una gran cadena de cines con salas en varios continentes, ya que en 1909 tenía más de 200 entre Francia y Bélgica, habiendo comenzado antes su expansión en el Reino Unido, con la primera sala en Londres en el año 1902, llegando ya en 1910 a tener salas en varias ciudades europeas, entre ellas Madrid, así como en Estados Unidos, Australia y Japón. Sin embargo, no he encontrado ninguna referencia a esta denominación en la prensa, es más, el equipo de proyección, doble por supuesto, era de fabricación alemana, según las únicas referencias que he encontrado en la prensa de la época.



Otra vista de la fachada del Cine Góngora (Foto IAPH).

En arquitectura, y más concretamente en patología, se conoce como espectro de un revoco, la aparición de las juntas de albañilería, del soporte sobre el que está aplicado este revoco, o de algún elemento oculto por éste. Esto sucede normalmente cuando la fachada se moja con la lluvia, y sus causas van desde la diferencia de absorción de agua de los diferentes materiales que la componen, hasta la distinta forma de evaporar esa humedad, pasando por las irregularidades en los distintos espesores de las capas que forman este revoco o el soporte del mismo. De esta manera, al igual que los fantasmas, es decir, al igual que imágenes impresas en la fantasía de quien los ve, los fantasmas o espectros de las fachadas se representan o aparecen de acuerdo con esta patología arquitectónica. Y son esos espectros, esos fantasmas, los que veo cada vez que paso por delante de esta fachada. Como dijo Goethe, la arquitectura es música congelada, y eso hace que haya que cuidarla especialmente, puesto que a veces, se congelan también las notas desafinadas.


Se podría pensar pues que esos fantasmas, acaso sean los de los cientos de personajes que llenaron las sesiones de tarde, vermú y noche de tantos cordobeses, en la expresión narrativa más pura del siglo XX, y que en los años 30 desbancando al teatro y dando la razón a Azorín, y que en este extrañísimo comienzo de siglo XX, haga que veamos convertido un cine en teatro y una fachada recién restaurada, en un estrafalario muestrario de revocos, olvidando el esfuerzo de lo que hoy tanto se alaba: la empresa emprendedora a contracorriente, involución que quizás prediga que el siguiente paso del edificio será volver a ser convento, o que, al hacer referencia a quien sufragó las obras, su fachada sea sencillamente una muestra de sus rebajas de enero. Sí, creo que es así, y, más allá de que pueda molestar esta discreta crítica, he de decir que, más que espectros del revoco, esos son sin duda, los fantasmas del Góngora, que no descansan en paz.


http://www.carlosbaron.com/

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miércoles, 6 de marzo de 2013

12 cuestiones básicas sobre la Inspección Técnica de Edificios.

La presente entrada pretende ilustrar con una serie de preguntas frecuentes lo que supone la recientemente entrada en vigor normativa de Inspección Técnica de Edificios o ITE. Cuando digo "recientemente" me refiero que en la mayoría de municipios Españoles ha entrado en vigor el presente año, a causa de lo que se especificaba en el Real Decreto Ley 8/2011, en en el que, en su artículo 21 se señala la obligatoriedad de esta medida, y en el que se han basado las comunidades autónomas y los ayuntamientos para publicar sus normativas particulares. En este caso, como escribimos desde A+V cuya sede está en Córdoba, tomamos como referencia legal, tanto el RD citado, como la ordenanza del Ayuntamiento de Córdoba, lo que significa que en el ámbito particular, puede que algunos parámetros sean distintos en otros municipios.



1. ¿Qué es la ITE?
La ITE es una revisión del estado de los edificios atendiendo principalmente a sus condiciones de seguridad constructiva y estructural.


2. ¿ Qué objeto tiene la ITE?
La ITE persigue dos objetivos:
 

- Evaluar el estado de los edificios en sus condiciones legalmente exigibles de seguridad, salubridad, accesibilidad y ornato.

- Determinar las obras y trabajos necesarios para mantener los edificios en las condiciones legalmente exigibles.


3. ¿En qué consiste la ITE?

La ITE consiste en la inspección del edificio por parte de un técnico competente quien redactará informe haciendo constar el resultado de dicha inspección.

4. ¿Es obligatoria la ITE?
Sí, la ITE es obligatoria en todos los municipios de más de 25.000 habitantes, de acuerdo con el  R.D.Ley 8/2011 de 1 de julio (BOE núm. 161 de 7 de julio de 2011).
En Córdoba es obligatoria desde el pasado 1 de enero de 2013 en virtud de la Ordenanza Municipal de Inspección Técnica de Edificios (BOP núm. 248 de 31 de diciembre de 2012).

5. ¿Quién es el responsable de pasar la ITE?
La responsabilidad recae en el titular del edificio o comunidad de propietarios. El titular podrá designar libremente al técnico competente, arquitecto o arquitecto técnico, que  elija para realizar la inspección.


6. ¿Cómo se lleva a cabo la ITE?

El técnico designado redactará informe de acuerdo con los modelos oficiales del Ayuntamiento, y entregará dos copias, en papel y en soporte informático, visadas* por su Colegio Oficial, al titular del edificio.
 

El titular del edificio entregará una copia en el registro de la Gerencia Municipal de Urbanismo del Ayuntamiento.

(*) La Ordenanza de Córdoba así lo especifica, en algunos otros ayuntamientos este requisito, en virtud del RD 1000/2010 de 5 de agosto sobre Visado Colegial Obligatorio, se ha suprimido.

7. ¿Qué resultados puede tener la ITE?
Favorable, en cuyo caso no se deberá volver a presentar un nuevo informe hasta pasados 10 años.
Desfavorable, en cuyo caso el informe indicará las bras necesarias así como los plazos en los que éstas deberán efectuarse.


8. ¿Qué pasa tras una ITE desfavorable?
El propietario deberá realizar las obras de subsanación que se indiquen en el informe correspondiente.
Una vez ejecutadas el técnico redactará un certificado que tendrá el mismo efecto que
una ITE favorable.



9. ¿Existen sanciones por no pasar la ITE?
La Ordenanza Municipal (Art. 12.2) prevé tres tipos de sanciones según las infracciones sean:

    a) Leves: multa de 600 euros.

    b) Graves: multa de 3.000 euros.

    c) Muy graves: multa de 6.000 euros.



10. ¿Qué ventajas reporta la ITE?
Además de evitar las correspondientes multas y otras responsabilidades, los edificios con la ITE al día:

- Prever actuaciones de mantenimiento

- Ayudas previstas para Rehabilitación de viviendas

- Otención de licencias de obras rehabilitación, además con tasas reducidas.



11. ¿Cuándo hay que pasar la ITE por primera vez?
 Es obligatoria para todos los edificios en el año siguiente de cumplir los 50 años. No obstante de forma transitoria se establece que:

-Edificios de más de 50 años: 2015.

-Edificios de más de 75 años: 2014.

-Edificios de más de 100 años: 2013.




12. ¿Cuándo hay que renovar la ITE?

Como norma general, es obligatorio renovar la ITE pasados 10 años. Pero si se efectúan obras en el edificio que requieran licencia de ocupación, el plazo será de 25 años tras la ejecución de dichas obras.










martes, 5 de marzo de 2013

Los 7 pecados capitales del consumo excesivo de energía.


La energía más barata es la que no se consume. Recordar esta máxima nos puede servir para tener presentes y aplicar estos sencillos consejos en cuanto al comportamiento cotidiano con relación al ahorro energético. Más allá podremos optar por renovar nuestras instalaciones, sustituyéndolas por energías más eficientes y baratas, y por supuesto renovables, pero mientras tanto, o además de esto, podemos tener presentes y aplicar, las pautas que a continuación se exponen y que contrarrestan los siete pecados capitales que solemos cometer diariamente.

  1. No aprovechar la luz solar

Las ventanas, persianas, contraventanas, postigos y cortinas existen para ser utilizados correctamente, debemos ser conscientes de cuándo deben estar abiertas y cuando cerradas. La luz natural aporta luminosidad a nuestra casa, pero también aporta el calor que proporcina el sol. Así pues, durante las horas de asoleo, si tenemos levandadas las persianas y abiertas las cortinas, el sol, por sí mismo elevará la temperatura de la casa. Sin embargo, cerrar las cortinas y las persianas, proporcionan un aislamiento extra en los huecos de la casa, ayudando a mantener la temperatura correcta.
Al tiempo debemos pensar en usar la iluminación artificial correctamente, siguiendo esta norma, utilizaremos la luz eléctrica en su justa medida, proporcionando esta norma ahorro tanto en calefacción como en iluminación. En este sentido, es bueno recordar, que la luz indirecta aplicada a la zona en la que se necesita, es mejor que la luz directa. Debemos apagar las luces de techo cuando usemos una lámpara de mesita de noche, de salón o de despacho.


  1. No usar la adecuada temperatura


Los termostatos de los aparatos de climatización tienen un rango muy elevado, pero así como 120 km/h es una velocidad suficiente para hacer cualquier viaje en nuestro coche, 21ºC es una temperatura suficiente para obtener una sensación de confort, cada vez que accionemos el termostato de nuestra calefacción, hemos de pensar que cada grado que aumentamos aumenta el consumo en un 7% aproximadamente. En invierno por la noche 15ºC son suficientes para dormir, usando mantas o un edredón. También cuando hay muchas personas en la casa, por ejemplo en una reunión, no es necesario que sea tan alta. En verano, no hay porqué bajar la temperatura de 27ºC, siendo extrapolable todo lo expresado para el invierno.

Al igual que usamos mantas y edredones para dormir, también es conveniente usar la ropa adecuada. A veces en invierno, basta con usar una sudadera o un gorro para evitar mantener una temperatura sin necesidad de utilizar la calefacción.

Cuando tengamos que usar la calefacción, debemos recordar que es mejor dejarla encendida a una temperatura baja, ya que es mejor elevar la temperatura unos cuantos grados que arrancar el equipo de climatización, caldera, bomba de calor, condensadora, etc., cada vez, en cuanto al consumo excesivo que esto supone.

Por otro lado, es conveniente apagar los equipos de climatización en las habitaciones que no se usen, manteniento éstas cerradas.



  1. No mantener las instalaciones



Es importante, tanto saber usar las instalaciones de climatización como su mantenimiento. En el caso de radiadores, el hecho de que haya aire en el circuito de la calefacción hace que los éstos no calienten como es debido. Es por tanto muy conveniente efectuar el purgado a principio de cada temporada, y conveniente cada vez que oigamos ruido al encender la calefacción.

Es necesario revisasr los equipos, limpiar los filtros de aire, revisar las calderas, y también saber reemplazar los equipos obsoletos por otros nuevos.

Los radiadores debe estar colocados estratégicamente siendo el mejor lugar bajo las ventanas ya que esta colocación favorece la difusión del aire, no obstruyendo el camino de la difusión del aire con muebles u otros objetos para aprovechar al máximo su efectividad.



  1. Abusar del agua caliente



Debemos desterrar la costumbre del baño y usar siempre la ducha, esta costumbre, además de ser más efectiva desde el punto de vista higiénico, lo es sin duda desde el punto de vista del ahorro energético. Además, debemos acostumbrarnos a estar bajo el agua sólo el tiempo necesario.
Además, debemos pensar cada vez que usamos agua caliente si es realmente necesario hacerlo, como por ejemplo al fregar el suelo, al afeitarnos, al lavarnos los dientes, etc. En los grifos monomandos debemos cerciorarnos de que el mando está en el lado derecho, es decir, el lado del agua fría antes de accionarlo, ya que, aunque nos demos cuenta y lo pasemos a su posición correcta, el tiempo que está hacia el lado del agua caliente también consume energía aunque no caliente el agua.



  1. No aprovechar todo el calor en planchas y fogones


En la cocina cuando cocinamos en el horno o cuando planchamos la ropa, generamos un calor extra que normalmente notamos cuando tenemos que dejar enfriar el aparato de que se trate. Esto lo debemos tener en cuenta para compensar este calor con el uso de los aparatos de calefacción, cuyo termostato podremos bajar algún grado. También es conveniente saber aprovechar el calor residual de los aparatos en lugar de dejar que se disipe sin producir beneficio.

En la cocinas de gas, la llama debe estar bien ajustada a la base de las sartenes y cacerolas, ya que si no ajusta por defecto el gas deberá estar abierto más tiempo del necesario, puesto que se desperdicia calor, y si está demasiado próxima no sólo podemos quemar el recipiente de cocinar, sino que además de derrocha energía, puesto que el exceso de gas no calienta.



  1. No ventilar

Es esta una norma fundamental. Normalmente bastan 5 ó 10 minutos diariamente para ventilar una estancia correctamente, pero esto hemos de hacerlo antes de encender la calefacción. Lo correcto es ventilar y luego encender los aparatos de calefacción. Intentar calentar un aire sin ventilar, es decir, cargado de humedad, es infinitamente más costoso que hacerlo con una aire limpio y seco. Esta constumbre evitará también las humedades de condensación, con todos sus efectos perniciosos


  1. No aislar




Por último, debemos recordar que el uso de la vivienda no puede mejorar el aislamiento que debe estar incorporado en su construcción, pero sí podemos mejorar el ajuste de puertas y ventanas mediante burletes de goma, así como sustituir y reparar los cierres en mal estado. Estos pequeños detalles evitarán que por las rendijas de los huecos se escape la energía, frío o calor, que con tanto cuidado hemos conseguido aquilatar con los consejos anteriores.


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lunes, 4 de marzo de 2013

Propuesta de restauración en edificio con elementos de tapia y madera.

Presentamos aquí una propuesta para un proyecto de restauración ya que ofrece características que lo hacen extrapolable a otros muchos al englobar, en primer lugar, tipologías constructivas muy comunes en nuestra región, así como lesiones que responden a patologías de diferente índole, también propias de esas tipologías constructivas. Además, se incluye la poco frecuente necesidad de la ejecución de un sótano en un edificio histórico en su programa, teniendo por tanto actuaciones de restauración, rehabilitación y ampliación.

Se trata de la intervención en una zona con planta baja y alta de un convento de la provincia de Málaga cuya descripción constructiva y cuadro de lesiones señalamos a continuación. 

Los muros exteriores son de tapia de 70 cms. de espesor medio. En el exterior se pueden apreciar apreciar humedades por salpiqueo y en el interior humedades por capilaridad.


En la cubierta se presentan fenómenos de desplome de la coronación, grietas por empujes horizontales de los pares de las cubiertas y grietas por compresiones localizadas.
El forjado de planta alta está compuesto por viguetas de pino silvestre, tablazón de madera y alcatifa bajo solería. Presenta deformaciones excesivas por efecto de cargas de uso así como fenómenos de pudrición en algunas viguetas de madera, y no tiene ningún valor histórico ni constructivo.
 
La estructura de la cubierta está formada por por una armadura de pares y nudillos, es decir una armadura formada por piezas inclinadas de acuerdo con la pendiente del faldón de la cubierta apoyadas en las cumbrera o vértice superior de la misma, y que entestan con las correspondientes del otro faldón. Estas vigas están colocadas a pequeños intervalos y son las denominadas pares o alfardas, y para evitar su deformación excesiva se disponen a distancia de un tercio de su longitud desde la cumbrera de piezas horizontales de igual escuadría que une los dos pares y se denomina nudillo. En este caso, destacamos como patología general,  las grietas antes citadas en la coronación de los muros que están provocando los pares debido a la desorganización constructiva de las armaduras.
Además de solucionar las patologías señaladas y rehabilitar convenientemente las zonas indicadas, se pretende excavar un sótano sin que éste interfiera en toda la estructura del mismo.
 A continuación describimos nuestra propuesta de actuación para este proyecto, para lo cual comenzaremos por el análisis de las causas de las lesiones.

Los muros de carga están ejecutados de tapia que en apariencia tiene adición de cal. Las humedades de filtración en las fábricas de tierra se producen normalmente en las zonas más expuestas, siendo las causas más comunes la falta de protección superficial o revoco, así como las filtraciones provenientes de la cubierta que a su vez también presenta como hemos visto un particular cuadro de lesiones. En este caso las humedades exteriores aparecen por efecto del agua de lluvia que salpica y se filtra dada la ausencia de canalón en el alero, y las interiores de las zonas altas por causa del deterioro de la cubierta.

Las humedades por capilaridad que se aprecian en las zonas interiores de los muros tienen su causa principal en la absorción del agua que se acumula en el subsuelo. La manifestación de esta humedad denota que las fábricas de tapia adolecen de una adecuada cimentación así como de cualquier sistema de drenaje, y de una inadecuada ventilación en el recinto interior. 

El cuadro patológico que presentan las armaduras de cubiertas afecta no sólo a la aparición de humedades por filtración, sino que además está perjudicando al comportamiento mecánico de los muros de carga al trasmitirles empujes horizontales, cuya causa se explica más adelante en el apartado correspondiente. Baste decir que los esfuerzos que recibe de los elementos de la cubierta no pueden ser absorbidos por la propia masa del muro, que, cómo elemento hiperestático está concebido para recibir empujes verticales, y en pequeña medida algunas cargas horizontales. Las deformaciones en algunas partes producen fisuras horizontales debidas a los esfuerzos citados, produciendo también compresiones localizadas, por el irregular reparto de las cargas de la cubierta.

Algunas de las viguetas del forjado presentan deformaciones excesivas, por efecto de las cargas de uso. En este caso las causas son, o pueden ser, fundamentalmente dos: en primer lugar una sobrecarga excesiva (utilización del local como archivo o biblioteca por ejemplo), y en segundo lugar por las lesiones que se comentan en el apartado siguiente. La madera no produce un colapso repentino, ya que sus fibras se rompen de forma paulatina, sin embargo, se aprecia que algunas de las viguetas tienen una flecha excesiva, agravado además por fenómenos de pudrición. Es habitual en estos tipos de forjado encontrar que algunas vigas del conjunto rebasan ampliamente en flecha otras cercanas, siendo aquellas las que tendrán los mayores problemas.

La pudrición de la madera está producida el ataque de hongos, unido siempre a zonas de humedad, la cual afecta, en distinta medida, a diversos elementos del edificio objeto del presente trabajo. Asimismo, las diferentes clases de hongos que pueden atacar la madera, como hemos dicho, húmeda, producen en ésta diferentes tipos de pudrición. En apariencia se trata de una pudrición parda, pero en cualquier caso aceptaremos que es un tipo de pudrición destructiva.

Las armaduras de cubierta han sufrido, una “desorganización constructiva del entramado”. Esto consiste en un conjunto de deformaciones, no de las piezas que componen la estructura, pero si de ésta en su conformación. Esto se produce por: una inadecuada o mala ejecución de los ensambles así como una insuficiencia de elementos metálicos de cosido además de un defecto o ausencia de apoyo de la armadura, mediante la correspondiente solera o durmiente. La armadura, además de los nudillos, dispone de tirantes, cuyas uniones con los pares en su apoyo, puede que también sea defectuosa. Esto, que en si mismo es un defecto o daño a reparar, es causa asimismo de algunas de las lesiones descritas en los otros elementos. Es significativo que se trasmitan esfuerzos horizontales, ya que, al existir tirantes, estos deben absorber los esfuerzos en su totalidad, de lo que se deduce que estas uniones no están ejecutadas correctamente o se han desplazado. Siendo la capacidad de absorber estos esfuerzos de los muros de tapia insuficiente, sufren un desplazamiento de la coronación de dentro hacia fuera, causa de las grietas mencionadas. Asimismo, estos movimientos de la cubierta, posibilitan las filtraciones de agua, que agravan la situación al tiempo que provocan otros daños ya mencionados, incluyendo pequeñas lesiones apreciables en los propios elementos del maderamen.

Tras este análisis, nuestra propuesta se resume en las siguientes actuaciones, aunque antes de referirnos al epígrafe correspondiente a la propuesta de intervención que supone la ejecución de una planta de sótano, nos referiremos a la necesidad de ejecutar una intervención arqueológica en el edificio, para lo cual esta memoria en cualquier caso, contempla la ejecución deuna excavación manual en distintas partes de la zona de planta baja, dirigida a fundamentar dicha intervención. En este caso, al proyectarse una planta de sótano, la intervención arqueológica se entenderá incluida en la necesaria excavación para la ejecución del sótano, que será manual en todo caso y supervisada por un arqueólogo.

Para la habilitación de un sótano en edificios existentes existen varios métodos, de ellos hemos elegido la solución de micropilotes de apuntalamiento, ya que es la solución que permite trabajar con mayor seguridad y posibilita el mayor aprovechamiento de la superficie del nuevo sótano. Los actuales equipos, permiten la posibilidad de acceder prácticamente a todos los espacios.

La descripción del procedimiento constructivo del método elegido, de acuerdo con las secuencias de ejecución es la siguiente, para los muros perimetrales:


  1. Ejecución de los micropilotes en dos filas, una exterior al edificio y otra interior. El diámetro de los micropilotes, que estará en torno a Ø 160 mm, así como su número de justificará mediante el correspondiente cálculo, y trabajarán en punta. Estos micropilotes atravesarán la cimentación de los muros de carga.
  2. Ejecución de dos vigas de coronación en las cabezas de los pilotes. Estas dos vigas servirán de apoyo provisional a los muros de carga.
  3. Puenteado de los muros, ejecutado mediante perfiles de acero apoyados en las vigas de coronación de los micropilotes.
  4. Excavación manual del sótano, bajo la supervisión de arqueólogo. Excavación de la zona exterior.
  5. Ejecución de cimentación de recalce bajo la cota del nuevo sótano, mediante una zapata de hormigón armado.
  6. Ejecución de muro de hormigón armado1, sobre la zapara de cimentación y hasta la parte inferior de los muros de tapia, con su misma anchura. Este muro tiene la doble función de servir de cerramiento del nuevo sótano, así como de conexión o recalce de la nueva cimentación del edificio. Este muro en su coronación llevará previstas armaduras en espera para la ejecución del forjado de planta baja.
  7. Retirada de los micropilotes y demolición de las vigas de coronación, así como retirada del puenteado de los muros, y enfoscado de los mechinales.
  8. Ejecución de sistema de drenaje exterior del nuevo muro. Ejecución del resto de elementos del sótano: solera sobre encachado de piedra, forjado de planta baja y escalera de comunicación.

Todo el procedimiento, desde el punto 4 al punto 6 se ejecutará por el método de bataches alternativos, cuya dimensión estará de acuerdo con las dimensiones de los distintas partes de edificio, pero que nunca superará los 2,5 m. de longitud. En los muros centrales, la ejecución del muro de hormigón se sustituirá por pórticos de hormigón armado, constituidos por pilares y jácenas, con la previsión en éstas de las armaduras para la conexión ulterior con el forjado de planta baja.

Se ejecutarán dos patios ingleses, que posibiliten una ventilación cruzada de este sótano de forma natural, cuya situación se refleja en la documentación gráfica adjunta.
 
  
Las lesiones de los muros, como ya se ha explicado, son fundamentalmente dos. Ambas responden a un cuadro patológico cuyo tratamiento correcto se centra en elimnar las causas que lo provocan. En cuanto a las humedades existían de dos tipos, las de capilaridad y las de filtración, con el recalce de la cimentación y habilitación de un nuevo sótano, quedan erradicadas la humedades de capilaridad, y por tanto no insistiremos más en ellas. Las humedades de filtración de procedencia de la cubierta, quedarán eliminadas mediante la restauración de la misma que se trata más adelante, las que pueda proceder directamente de filtraciones exteriores se eliminarán mediante la correcta ejecución de un revoco exterior, con mortero de cal. Es importante reseñar que en las construcciones de tierra, como es la tapia, tanto por su capacidad de absorción como por su tendencia al reblandecimiento, una de las tareas más importantes para garantizar su integridad, tanto en la construcción, como en la conservación o reparación, ejecutar los correspondientes revestimientos que impidan las filtraciones de agua. El revestimiento puede ir desde un simple enjalbegado hasta un revoco con varias capas, según el deterioro de la zona a reparar.


Así pues, y como única referencia a elementos de acabado que haremos en el presente documento, se ejecutará e revoco de las fachadas de los muros siguiendo este  proceso:

  1. Se retirarán los restos de revocos en mal estado, y los efectuados con mortero de cemento que se observan en algunas zonas, en cualquier caso
  2. Rejuntado de las grietas con un mortero de cal, en una dosificación con poca proporción de cal. Si fuera posible se sustituiría esta por un barro similar a las características de la fábrica, incluso con su correspondiente contenido arcilloso, no recomendable para el resto de morteros.
  3. Enfoscado grueso que regularice los posibles defectos. Se empleará arena de río preferentemente, y en su defecto arena de miga limpia y sin contenido de arcilla. La proporción del mortero será la de 1 parte de cal por cada 3 ó 3 y ½ partes de arena.
  4. Capa de revoco. Se recomienda el empleo de arena de mármol, siendo la proporción o dosificación la siguiente: 1 parte de cal por cada 3 partes de arena.
  5. Enjalbegado de cal.

Dependiendo del estado de estos revocos, se ejecutará en todos los paramentos exteriores o sólo en las zonas en que sea necesario. El material a utilizar en los revestimientos indicados serán en todo caso morteros de cal, utilizando áridos seleccionados, con la granulometría adecuada a cada tipo de revestimiento y con cal grasa apagada que al menos haya permanecido treinta días en fosas de reposo, esto se cuidará con mayor rigor para las capas de terminación. Se preparará la mezcla en una pastera mecánica, cuidando especialmente formar una masa uniforme y sin grumos, dejándolo reposar al menos cuatro horas

La decisión acerca de la solución de la intervención en el forjado de madera es quizás la más difícil, ya que por los datos aportados, parece obvio sustituir el forjado de madera por otro sistema. Sin embargo, la solución adoptada es la de restaurarlo, ya que aun teniendo en cuenta que no tiene valor histórico, el edificio sí lo tiene, la pudrición sólo afecta a algunas viguetas, cuya sustitución no constituye un grave problema de acuerdo con la envergadura de la obra y la deformación o flecha es muy fácil de calcular en este tipo de estructuras, de acuerdo con las cargas que se prevén. Por otro lado la sustitución, que podría ser otra solución, la descartamos puesto que las opciones son: hormigón que plantea problemas de reparto de cargas en los muros y acero, que plantea problemas a medio plazo de durabilidad. Además de todo esto, la solución adoptada es claramente la más económica.

La solución adoptada para reparar el forjado consta de las siguientes actuaciones:


  1. Pudrición: se analizará el forjado al 100% y se sustituirán, ya que su número no es muy grande y no tienen entidad como para aconsejar la reparación mediante prótesis.
  1. Deformaciones: se mantendrán las viguetas que presenten buenas condiciones, y se reemplazará el resto. Se reordenará el forjado acortando la separación entre viguetas, de acuerdo con la memoria de cálculo correspondiente, y se mantendrá el mismo sistema de entrevigado mediante a base de alfarjías y ladrillo fino.
  1. Apoyos: el comportamiento esctructural del apoyo actual de las viguetas no ofrece problemas, ni se presenta aquí ningún cuadro patológico, por tanto se mantendrá el mismo, aunque trataremos las entregas de las viguetas mediante una protección hidrófuga, ademaś de dejar su testa ventilada, tapando el mechinal pasante con un ladrillo.


Por el contrario que con el forjado de la planta alta, la cubierta de madera no ofrece lugar a dudas, al no existir lesiones en las piezas que componen, salvo en puntos muy concretos y de escasa importancia, se restaurará la armadura, llevándola a su configuración original. Por otro lado, la restauración comporta la necesaria limpieza de la colonización biológica, así como la correcta disposición ulterior de las tejas. Además de esto y con carácter independiente a la reparación de la armadura de la cubierta, se propone la colocación de un canalón en los aleros de la cubierta. El proceso responderá a los siguientes puntos:




  1. Las uniones entre los nudillos o entrecintas y pares se reforzarán con pletinas de acero.
  2. En el apoyo de los pares sobre los tirantes, ahora oculto, también se comprobará, y reforzará con pletinas o palastros.
  3. Se revisarán las uniones o ensambles de las piezas de madera, aunque aparentemente no existen muchas, repasándolas, cepillándolas y reencolándolas se hace falta.
  4. Reposición de las capas siguientes de soporte de la cobertura y cobertura, que no se mencionan en el informe. Se recomienda en cualquier caso  cumplir el CTE en cuanto al aislamiento térmico del edificio, ya que el mismo indica la necesidad de aplicarlo a las "obras de ampliación, modificación, reforma o rehabilitación que se realicen en edificios existentes, siempre y cuando dichas obras sean compatibles con la naturaleza de la intervención y, en su caso, con el grado de protección que puedan tener los edificios afectados", y en este caso este requisito es aplicable, incorporando una capa de poliestireno extrusionado bajo la capa de corbertura, lo que mejorará el comportamiento higrotérmico y redundando en una mayor durabilidad del mismo. 



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